Posts

¿Qué podemos aprender del pasado?

(Perú21, 26 de abril de 2020) Las epidemias pueden tener efectos bastante nocivos no solo en la salud de las personas, sino también en las economías. Las epidemias llevan a la paralización de la actividad productiva, reducción de productividad, mayores costos de transacción, distorsiones introducidas muchas veces por las mismas políticas públicas, entre muchos efectos. ¿Podemos cuantificar el efecto de las pandemias en el crecimiento del PBI? Teóricamente podemos comprender cómo las epidemias afectan a las economías. Llegar a pronosticar los efectos económicos de una epidemia, sin embargo, es bastante complejo. De hecho, los estudios sobre los efectos económicos de las epidemias son bastante escasos. Dado que las epidemias son (afortunadamente para la humanidad) muy poco frecuentes, la evidencia empírica es también limitada. Aun así, algunos casos nos brindan información de gran utilidad para cuantificar los efectos económicos de las epidemias. Uno de esos casos es el de la gran

Sobre modelos y pronósticos

Hace pocas semanas un modelo predecía que habría 250,000 muertes por covid19 en los Estados Unidos. Hace una semana, un nuevo modelo predijo 60,000 muertes. ¿Qué pasó con el modelo original? ¿Cómo puede el pronóstico haber cambiado tanto en tan poco tiempo? ¿Podemos confiar en modelos que tienen, obviamente, un error de pronóstico tan grande o que, al menos, ajustan sus pronósticos de manera tan rápida? Estos cambios de pronósticos no son una novedad para quienes hacen investigación cuantitativa: en muchos casos, la capacidad predictiva de los modelos es bastante limitada. Es importante comprender que la capacidad predictiva de un modelo depende de varios factores. En particular, para contar con un buen pronóstico del número de contagiados o de fallecidos por covid19, se requiere contar con información pasada sobre la evolución de la pandemia y de una serie de variables que puedan influir en la evolución. Si uno se basa solo en la información de la pandemia en el país, pues contará

Lecciones de economía para Maduro

(Diario16, 16 de noviembre de 2013) Como Hugo Chávez en su momento, y como otros presidentes en países latinoamericanos y no latinoamericanos en el pasado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, persiste en la idea de que los controles de precios son aconsejables como mecanismo para luchar contra la inflación y abaratar los productos de primera necesidad. En la mente de Maduro, la escasez de productos y las enormes colas para obtener tales productos no son consecuencia de los controles, sino son más bien el resultado del egoísmo de los empresarios, de las maniobras de los especuladores, los malos de la película. Maduro no parece entender economía básica. Tal como la establece la teoría microeconómica, el establecimiento de un precio máximo para un producto cualquiera puede llevar a un desequilibrio en el mercado de tal producto. Si el precio máximo se encuentra por debajo del precio de equilibrio (es decir, del precio al que se convergería en un mercado libre

La rentabilidad de los ferrocarriles

(Diario16, 5 de octubre de 2013) Desde hace varios años escuchamos a muchos políticos hablar de la necesidad de construir más ferrocarriles, pues ellos representan un medio más rápido de transporte que las carreteras. Gracias al Metro de Lima, por ejemplo, los limeños ahorrarían muchas horas y ganarían comodidad y seguridad. Gran parte de la población, sin duda, apoya los proyectos de inversión en infraestructura ferroviaria, sobre todo en Lima. Lamentablemente, aunque se mencionan con frecuencia los beneficios de tales inversiones, usualmente se omite de la discusión un tema que no debe estar ausente: el costo de oportunidad. ¿Cuántos políticos, por ejemplo, hacen un balance entre los beneficios y los costos por construir líneas férreas? Sin duda, construir líneas férreas genera beneficiarios. En realidad, toda obra pública siempre genera beneficiarios. Sin embargo, para que convenga llevar cabo un proyecto no es suficiente que haya beneficiarios. Además, lo

De vuelta a la realidad

(Diario16, 28 de septiembre de 2013) Durante varios años muchas empresas creyeron en la historia del milagro peruano, en el cuento de que la economía peruana podía crecer sostenidamente a 8% o incluso 10%. Economistas cono poco conocimiento de la teoría económica y políticos interesados en mantener cierta popularidad gracias al alto crecimiento económico contribuyeron con la fantasía. Hasta hubo quienes llegaron a sostener no sólo que estábamos “blindados” ante cualquier crisis externa, sino además que los europeos envidiaban a los peruanos debido al alto crecimiento del PBI de la economía peruana. Hoy la confianza del empresariado peruano es bastante menor que hace un año. Muchos sostienen que el Presidente Humala es el gran culpable de esta desmejora en las expectativas de los empresarios; que si no fuera por su “discurso pesimista” todos seguiríamos creciendo al mismo ritmo de años atrás. Sostienen que el hecho de que este año la economía vaya a crecer en

La competitividad y la educación

(Diario16, 14 de septiembre de 2013) Qué duda cabe que la baja competitividad es un factor primordial en la sostenibilidad del crecimiento económico. Una economía puede crecer a altas tasas durante un corto período de tiempo; pero si sus niveles de competitividad son bajos, el crecimiento eventualmente convergirá a tasas bajas. Sin embargo, debemos tener cuidado con las implicancias de política de esta relación positiva entre competitividad y crecimiento económico. Aunque la competitividad tenga efectos positivos en el crecimiento de largo plazo, no todo esfuerzo por mejorar la competitividad será recomendable. Consideremos el caso del capital humano, por ejemplo. Varios estudios sugieren que un mayor capital humano tiene un impacto positivo en el crecimiento económico. En este caso, el capital humano, como el capital físico, contribuiría al aumento de la productividad y un mayor nivel de actividad económica. No es sorprendente, en tales circunstancias, q

El ahorro obligatorio

(Diario16, 7 de septiembre de 2013) Y el gobierno desistió —al menos por un año— de obligar a los trabajadores independientes a aportar a una AFP. Es una excelente noticia. El problema del ahorro obligatorio, sin embargo, no se ha solucionado. Hoy, como desde hace 20 años, los trabajadores dependientes siguen obligados a aportar. Sin duda, comprendemos la preocupación del gobierno por no tener que asignar cuantiosos recursos fiscales para asistir a quienes no ahorraron durante sus años de juventud. La política de obligar a las personas a ahorrar, sin embargo, es errada. Son varias las objeciones a la política de obligar a los trabajadores a ahorrar a través de una AFP. Por un lado, el Estado no debe obligar a ningún trabajador a ahorrar si éste no desea hacerlo. Una persona debe ser libre para determinar en qué momento ahorrar o si ahorrará algo. Obligar a una persona a ahorrar implica ir en contra de la asignación de recursos que esta persona libremen

La obsesión con el PBI

(Diario16, 31 de agosto de 2013) Muchos economistas muestran la tendencia a preocuparse cuando el PBI (la producción total del país) crece menos y alentar a que el Estado “haga algo” cuando el crecimiento de la producción se desacelera. En las mentes de estos analistas, parece que el crecimiento del PBI es el fin más importante de la sociedad. Si el PBI crece en 6%, habrá que pensar cómo hacer para que crezca en 8%; y si crece en 8%, habrá que hacer algo para que crezca en 10%; y si crece en 10%, habrá que hacer algo para que crezca incluso más. Nos sorprende esta obsesión con el PBI que tienen muchos economistas. Y nos sorprende porque, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, la teoría económica no establece que la maximización del PBI sea lo mismo que la maximización de la satisfacción de las personas. Desde mediados del siglo XIX, importantes economistas (sobre todo Carl Menger) indicaron que las personas toman decisiones en función de un concepto s

¿Qué debe hacer el Banco Central de Reserva?

(El Comercio, 25 de agosto de 2013) El Banco Central de Reserva (BCRP) no debe aplicar una política monetaria expansiva vía una reducción de la tasa de referencia o la disminución de la tasa de encaje con el fin de contrarrestar los efectos de una posible menor demanda interna y externa. El BCRP debe más bien preocuparse por mantener una baja tasa de crecimiento de la liquidez. La inyección de liquidez podría en el corto plazo favorecer a algunas empresas y hogares. Pero llevaría a un muy mal uso de los recursos de la sociedad. Sabemos que varios economistas han comentado sobre la necesidad de aplicar una política monetaria expansiva para lograr un mayor ritmo de crecimiento. Esta posición es errónea, pues se basa en supuestos poco razonables sobre el funcionamiento de la economía. Un primer supuesto es que los salarios nominales son rígidos. Este supuesto es difícil de defender para la mayor parte de trabajadores peruanos: nuestro país tiene un sector informal bastante si

Contra la maquinita

(Diario16, 24 de agosto de 2013) Nos sorprenden los comentarios de varios economistas que sostienen que los últimos años fueron buenos pues contamos con crédito barato, a raíz de la política monetaria expansiva de la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos. Según estos economistas, el crédito barato fue favorable, ya que permitió financiar el consumo, la inversión y el crecimiento económico de nuestro país. Estos comentarios pueden sonar sensatos a quienes desconocen la teoría económica. Pero que economistas sostengan que fueron buenos los años en los que contamos con abundante crédito producto de la política monetaria expansiva es bastante sorprendente. Nos sorprenden tales comentarios porque las políticas monetarias expansivas no llevan a una asignación eficiente de los recursos ni a un crecimiento sostenible. Dichas políticas tienen, ciertamente, efectos en el corto plazo en la tasa de interés, abaratando el crédito. Pero sostener que ello “es

Centrum: “Se estaría diluyendo el riesgo de una burbuja inmobiliaria en Perú”

(Entrevista en Gestión, 21 de agosto de 2013) Richard Manrique Torres rmanrique@diariogestion.com.pe El cese anunciado de la política de estímulo monetario de EE.UU., que provocaba un exceso de liquidez, elevaría las tasas de los créditos y abarataría las viviendas, dijo Luis Felipe Zegarra . “Un factor desapacería, pero el aumento de MiVivienda generaría otro problema”, advirtió. Cuando la Reserva Federal ( FED ) de Estados Unidos corte su expansión monetaria , habría desaparecido un elemento importante -la liquidez en el mercado- que animaba a preocuparse por la incubación de una burbuja inmobiliaria en el Perú, argumentó Luis Felipe Zegarra , investigador de CENTRUM -Católica . Pero advirtió que si el Gobierno insiste en aumentar el Fondo Mivivienda sería cambiar un riesgo por otro. En ocasiones anteriores, el experto había referido que el Perú estaba entrando en una burbuja inmobiliaria incipiente , provocada por la inyección de dólares de Estados Unidos

Falacias ad-hominem

(Diario16, 17 de agosto de 2013) Las falacias ad-hominem son argumentos que consisten en decir que algo es verdadero o falso según quién lo diga. Consisten, pues, en apelar a las cualidades o a los defectos de la persona que esboza un argumento. En la política, tanto en el Perú como en otros países, las falacias ad-hominem son bastante utilizadas, sobre todo para atacar a adversarios, con el fin de crear la sensación de que es falso el argumento expuesto por dichos adversarios. Un clásico ejemplo de falacias ad-hominem es el de la supuesta “autoridad moral”. Si un funcionario es criticado por el mal uso de fondos públicos, el funcionario le responde a su crítico lo siguiente: “Usted no tiene autoridad moral para criticarme”, o “Recuerde que Usted también tiene acusaciones pendientes”. Con ese tipo de respuestas, el funcionario evita responder a la acusación, y trata de desautorizar al adversario para crear la sensación de que la acusación es falsa. Pero las

Las respuestas a la desaceleración del crecimiento

(Diario16, 10 de agosto de 2013) En las últimas semanas, el Gobierno ha empezado a aceptar lo innegable: que es muy probable que la economía peruana se vea severamente afectada por los ajustes monetarios que eventualmente ocurrirán en los Estados Unidos, en particular el incremento de la tasa de interés de la Reserva Federal. De hecho, no hemos escuchado a ninguna autoridad económica comentar que creceremos este año por encima de 7%. Lamentablemente, en este ambiente de menos optimismo, han surgido una gran variedad de opiniones bastante desacertadas sobre qué hacer frente a la posible crisis. Muchos economistas señalan que el Gobierno debe aplicar políticas monetarias y fiscales expansivas con el fin de que el consumo y la inversión sean mayores. Señalan que si el Banco Central reduce la tasa de interés y el Gobierno aumenta el gasto público las personas comprarán más y las empresas venderán más. Así, lograremos permanecer en la senda del crecimiento económico.

El Estado, la vivienda y los más pobres

(Diario16, 3 de agosto de 2013) Si un político anuncia en plena campaña electoral que los programas de subsidios a la vivienda para los sectores más pobres deben ser eliminados, muy probablemente no obtendrá muchos votos. De hecho, probablemente será llamado “insensible” y hasta “enemigo de los más pobres”. Nosotros, sin embargo, no somos políticos y creemos que es importante discutir si realmente deben existir los subsidios a la vivienda de los más pobres. ¿Deben existir estos subsidios? Antes de responder a esta interrogante, debemos definir claramente a lo que nos referimos con subsidio. Definimos subsidio a la vivienda como una transferencia de recursos fiscales dirigidos específicamente a financiar la construcción de viviendas. Esta definición es de vital importancia. No hablamos en este caso de transferencias de recursos para que los hogares dispongan de ellos libremente, sino de recursos destinados exclusivamente a la construcción de viviendas. Much

El derecho de propiedad en el Perú, un derecho a medias

(Diario16, 27 de julio del 2013) Hace dos años, Ollanta Humala llegó a la Presidencia de la República como el candidato de los más pobres y los desprotegidos. Humala propuso entonces grandes cambios, todos ellos incluidos en su programa de la “Gran Transformación”, cambios que llenaron de incertidumbre a muchos. Pronto, sin embargo, el programa de la “Gran Transformación” fue dejado de lado; y el Gobierno más bien continuó con las políticas económicas aplicadas desde los años 90. ¿Pero estamos siguiendo un programa económico ideal? Ciertamente, es preferible el programa económico actual a aquel que pretendía aplicar Humala en un inicio. Sin embargo, no debemos pecar de conformistas y sostener que el sistema económico actual es inmejorable. El sistema económico actual tiene enormes falencias que no permiten que las personas aprovechen sus recursos (tiempo, capital humano, capital físico) de la mejor manera posible. Una de las falencias del sistema económico es l

Deficiencia institucional y crecimiento económico

(Diario16, 20 de julio de 2013)  Los resultados de competitividad del Institute for Management Development (IMD) para este año indican que Perú mantiene un marco institucional débil. De acuerdo con el índice de competitividad, de un total de 60 países, Perú se encuentra en el puesto 41 en lo que se refiere al marco institucional, y en el puesto 40 en lo que se refiere a legislación para los negocios. Estos son puestos bastante bajos. Ciertamente, los problemas de la institucionalidad no son un problema generado por este gobierno: son un problema que Perú tiene desde hace décadas. Pero es un problema que amerita una pronta solución. Que la institucionalidad del país nos coloque en uno de los últimos puestos a nivel mundial no es algo que debamos tomar a la ligera. El crecimiento económico de largo plazo de un país se determina por la bondad de sus instituciones. En países con instituciones débiles, la inversión de largo plazo no es usualmente muy alta. Por end

Los "ingenieros sociales"

(Diario16, 13 de julio de 2013) Suelen creer que conocen cuáles son las necesidades reales de los ciudadanos, qué deben éstos comer, dónde deben estudiar, qué deben producir, en qué deben invertir, en qué deben ahorrar, qué religión deben profesar, y hasta qué películas deben ver. Suelen creer que les hacen un bien a los ciudadanos al imponerles restricciones, al recortar sus libertades, al evitar el libre comercio, al desincentivar ciertas actividades que consideran dañinas y subsidiar otras que consideran estratégicas. Son los “ingenieros sociales”, esos individuos que creen tener la capacidad de diseñar con precisión cómo debe ser la sociedad. Son esos economistas, sociólogos, antropólogos, historiadores, abogados, filósofos o educadores que creen tener los conocimientos suficientes como para –recortando las libertades de las personas– lograr que éstas alcancen el mayor nivel de bienestar posible. Son esos individuos que no entienden que las preferencias