Subsidios a la clase media
(Diario16, 7 de junio de 2013)
En muchos países, los subsidios –es decir, las transferencias de recursos
públicos a los consumidores o los productores de determinados productos– son
defendidos con el argumento de que favorecen a los más pobres. Se señala que
subsidiar la gasolina en determina región reducirá la pobreza en la zona, o que
subsidiar la vivienda mejorará la calidad de vida de los más pobres, o que
subsidiar al sector manufacturero aumentará el empleo y reducirá por lo tanto la
pobreza.
La realidad, sin embargo, es con frecuencia otra. En gran cantidad de países,
por ejemplo, los subsidios a la vivienda y a la educación superior no favorecen
en la práctica a los más pobres sino sobre todo a la clase media. En la
práctica, sin embargo, estos subsidios a la clase media son disfrazados y se
hacen pasar como si fueran una “ayuda a los más pobres.”
Usualmente, el argumento en favor de transferir recursos a los más pobres es
que quienes viven en extrema pobreza no podrán salir de la pobreza a menos que
el Estado les asegure un mínimo nivel de educación, así como servicios de salud
y nutrición. Estamos de acuerdo con que no es justo que una persona, pese al
esfuerzo que ponga en trabajar, esté destinada a ser pobre toda su vida solo
porque nació en un hogar muy pobre.
Sin embargo, este argumento de “justicia social” no puede ser utilizado para
defender un subsidio a favor de la clase media. Quienes pertenecen a la clase
media son personas que con esfuerzo pueden asegurar un nivel de calidad de vida
bastante aceptable. Cómo les vaya en la vida dependerá en gran medida de su
propio esfuerzo. No hablamos, pues, de personas que estén atrapadas en la
pobreza. Por ello, pues, no se debe utilizar el argumento de la “justicia
social” para defender los subsidios que benefician a la clase media.
¿Por qué entonces existen subsidios a la clase media en tantos países?
Existen al menos dos posibles razones políticas para explicar estos
subsidios. Una razón es que la clase media ejerce mucha presión sobre los
gobiernos. Los hogares de clase media constituyen en países desarrollados un
porcentaje importante de votos, algo que los políticos considerarán al momento
de tomar decisiones. Por otro lado, en países pobres, la clase media no es
mayoritaria, pero aun así ejerce una presión importante a través de
movilizaciones políticas en las ciudades, tales como acciones de partidos
políticos, sindicatos y otras organizaciones “populares”.
Otra razón por la que existen subsidios a la clase media es que los políticos
en muchos países tienden a pensar que la redistribución de la riqueza es
importante en sí misma, incluso si la redistribución beneficia a la clase media
y no a los hogares más pobres. Ya no se trata solamente entonces de cobrar
impuestos a los más ricos para transferir recursos a los más pobres con el fin
de que éstos tengan la oportunidad de dejar de ser pobres; se trata además de
cobrar impuestos a los más ricos y transferir dichos recursos a la clase media.
Los políticos parecen pensar no solo que es injusto que haya niños desnutridos
que no pueden ir al colegio. Parecen además pensar que es injusto que existan
hogares de clase media que tengan menos dinero que las familias ricas. Cualquier
diferencia en el ingreso parece ser –en las mentes de estos políticos– una señal
de que algo anda mal.
Lo que está mal, sin embargo, es que el Estado abuse de su poder político
para construir una sociedad de privilegios. Los privilegios en este caso
benefician a un grupo de personas de clase media que podrían con esfuerzo –y sin
subsidio estatal– salir adelante.