¿Demasiado optimismo?

(Diario16, 24 de octubre de 2012)
Cuando comparamos las noticias y cifras económicas del Perú con las de Europa y Estados Unidos, vemos notables diferencias. Es más, uno podría pensar que el Perú es un país de otro mundo y que no será afectado por la recesión mundial ni tampoco por una nueva posible crisis financiera internacional. Retomando un término utilizado por algunos representantes del gobierno anterior, algunos podrían llegar a decir que la economía peruana se encuentra “blindada” contra lo que suceda en otros países.
Es cierto que la economía peruana ha mostrado tendencias de crecimiento y de inversión que muchos otros países desearían. Sin embargo, señalar que la economía peruana no será afectada por los acontecimientos económicos mundiales es incorrecto. Basta de hecho recordar cómo nos afectó la crisis financiera de Estados Unidos del 2008 para mostrar que la economía peruana nunca estará “blindada” contra lo que sucede en el mundo, principalmente en las economías más grandes.
Sin duda es favorable que el gobierno central haya incurrido en superávits fiscales en años anteriores y que el Banco Central haya acumulado reservas. Ello nos permitirá enfrentar mejor una posible crisis mundial. Sin embargo, señalar que tenemos ahorros fiscales y que el Banco Central tiene reservas es muy diferente a señalar que la economía peruana no será en absoluto afectada por una mayor recesión mundial.
En estas circunstancias, debemos tomar con preocupación el crecimiento explosivo del crédito en los últimos años. El crédito en moneda nacional, por ejemplo, creció a una tasa anual de 22% entre 2009 y 2011. Y en lo que va del año, la tasa de crecimiento anual sigue creciendo a una tasa elevada. Así, entre agosto de 2011 y agosto de este año el crecimiento fue de 18%. Nuestra preocupación por el crédito parte de la observación de crisis pasadas. Si algo deberíamos aprender de las crisis financieras a nivel mundial es que estas crisis han estado, por lo general, precedidas por un crecimiento muy fuerte del crédito. La secuencia de eventos es bastante clara. Cuando el optimismo es excesivo y, por lo tanto, se espera que los ingresos de las personas crezcan a un alto ritmo, las familias y las empresas se endeudan. El endeudamiento llega a ser excesivo, a tal punto que cuando la economía entra en recesión, gran parte de la población se encuentra en incapacidad de cumplir con sus obligaciones crediticias. Las familias pierden sus casas, las empresas sus activos, y varios bancos quiebran. Se interrumpe lo que los economistas llamamos la cadena de pagos, es decir, la capacidad de las empresas y personas de hacer sus pagos a sus proveedores (y de estos a sus propios proveedores, y así sucesivamente). La recesión entonces se agrava.
No estamos proponiendo medidas intervencionistas que impidan el crecimiento del crédito. Después de todo, en una economía de libre mercado el Estado no debe restringir el comercio de un producto, en este caso el crédito. Pero sí es importante que el Estado (sobre todo el Ministerio de Economía) no envíe señales incorrectas sobre la capacidad de la economía peruana para sobrellevar la crisis mundial. Este gobierno no debe cometer el mismo error que cometió el segundo gobierno de Alan García de vender la idea de que la economía peruana se encuentra “blindada”. El excesivo optimismo (muchas veces alimentado por los mensajes de los gobiernos) lleva a que las familias y empresas se sobreendeuden. El excesivo optimismo puede, pues, ser muy dañino a la economía, y en particular a las finanzas de las familias y las empresas.

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