Keynes versus Hayek
(Diario16, 22 de junion de 2013)
Existen dos escuelas de pensamiento antagónicas con respecto al rol de las
políticas macroeconómicas y, en particular, el efecto de las políticas públicas
en la economía y su capacidad para enfrentar booms y recesiones. Estas escuelas
son la Escuela Keynesiana y la Escuela Austríaca de Economía.
Por un lado, la Escuela Keynesiana sostiene que el Estado tiene un rol
importante para reducir el desempleo. Las políticas fiscales y monetarias
expansivas “ayudan” a que la economía aumente sus niveles de producción y
empleo. En momentos de recesión, de acuerdo con esta escuela, el Estado debe
intervenir activamente aplicando “políticas económicas contracíclicas”, es
decir, aumentando el gasto y la cantidad de dinero. Las recesiones serían
entonces un problema de poco gasto, por lo que el Estado podría “hacer algo”
para remediar el problema.
Por el contrario, de acuerdo con la Escuela Austríaca de Economía, el Estado
es el principal responsable de las burbujas financieras y económicas. El Estado
exacerba los períodos de booms como consecuencia de la excesiva creación de
dinero. Esta excesiva creación de dinero “infla” a la economía, distorsionando
los precios relativos y la tasa de interés, y distorsionando además los
incentivos a invertir. Las recesiones, en este caso, representan simplemente el
ajuste de una economía al equilibrio, ajuste que involucra la eliminación de
mala inversión. En recesiones, el Estado no debe intervenir, pues de otra manera
los mercados tardarán más tiempo en ajustarse. Es decir, la “mala” inversión
demorará más en diluirse, con lo que una recesión se convertirá en una
depresión.
La Gran Depresión y la recesión de los años 30s significaron sin duda un
momento de enfrentamiento de estas dos posiciones antagónicas. Por un lado, John
Maynard Keynes sostenía que el Estado debía aumentar sus niveles de gasto y así
reducir el desempleo. Por el otro, Friedrich Hayek —uno de los más importantes
representantes de la Escuela Austríaca— sostenía que el Estado no debería
intervenir en la economía y debería dejar que los mercados se ajusten y se
elimine la mala inversión de los años 20s.
Políticamente, la posición keynesiana tenía un mayor atractivo. Después de
todo, frente a una crisis económica muy profunda, la mayor parte de políticos
probablemente optarán por las recetas planteadas por quienes sostienen que “el
Estado debe intervenir” y no por las recetas de quienes sostienen que “es mejor
que el Estado no intervenga para que los mercados se ajusten”. Las políticas
aplicadas en los Estados Unidos entonces consistieron en la receta keynesiana:
más gasto público y más dinero. La receta keynesiana no fue, sin embargo, la
solución al problema: la depresión duró hasta finales de los años 30s, pese a
las políticas de más gasto.
Ello no debería sorprendernos. La depresión fue profunda porque justamente el
Estado intervino en los mercados con más dinero y más gasto, inflando la
economía, y no permitiendo que los mercados de ajusten. Los gobernantes tomaron
una mala decisión en los años 30s y profundizaron la crisis.
Desafortunadamente, la evidencia histórica no ha servido para que los gobiernos aprendan de sus errores pasados. Cada vez que hay una crisis, aparecen quienes sostienen que la solución es más gasto o más dinero. En los años 30s —como ahora— los gobiernos sintieron la necesidad de intervenir en la economía, sin reconocer que era más bien la intervención del Estado en los mercados la que generaba los desajustes, y que una mayor intervención no significaba una solución, sino más bien una profundización de la recesión.