Corrupción, inversión y crecimiento

(Diario16, 5 de diciembre de 2012)
En los últimos años, muchos economistas hemos centrado nuestra preocupación en cómo lograr que el Perú aumente sus niveles de inversión y sus tasas de crecimiento productivo y reduzca sus niveles de pobreza. Hemos hablado de dar señales claras a los inversionistas nacionales y extranjeros, y de controlar el déficit fiscal y la inflación, entre otras medidas con el fin de hacer al Perú más atractivo para los inversionistas. Lamentablemente, somos pocos los que hemos hablado además de la corrupción como problema económico que tiene efectos significativos en la inversión, el crecimiento económico y la pobreza.
El Perú tiene un problema serio de corrupción en las esferas privada y pública. Así lo muestra, por ejemplo, el índice de percepción de corrupción elaborado por la entidad Transparency International. Este índice toma valores entre 0 y 10, donde un mayor valor significa que el país tiene menores niveles de corrupción. En el año 2011 el índice de percepción de corrupción para el Perú fue igual a 3.4, ocupando el puesto 80 entre 183 países. Es decir, de los 183 países en evaluación hubo 79 mejor evaluados que el Perú. El país con menor corrupción fue Nueva Zelanda con un índice de 9.5, y los países con mayor corrupción fueron Somalia y Corea del Norte con índices iguales a 1. De acuerdo con el índice, en América Latina, Chile, Uruguay, Puerto Rico, Costa Rica, Cuba, y Brasil son percibidos como países como menor corrupción que el Perú. Nuestro país tiene niveles de percepción de corrupción similares a Colombia y El Salvador.
Que el Perú sea percibido como un país con altos niveles de corrupción debe ser motivo de preocupación. La corrupción es un problema muy serio. No sólo porque es inmoral pagar un soborno para obtener un beneficio a cambio, sino además porque la corrupción dificulta que los países pobres dejen de ser pobres. Así, varios estudios muestran que la corrupción genera enormes desincentivos a la inversión. Hace algunos años, por ejemplo, Paulo Mauro mostró en su artículo “Corruption and Growth” publicado en “Quarterly Journal of Economics” que la corrupción tenía efectos negativos y significativos en la inversión y el crecimiento económico. La corrupción es una suerte de “impuesto impredecible” que aumenta la incertidumbre sobre los retornos de los proyectos de inversión. En un país muy corrupto, un empresario no podrá saber si el retorno a sus inversiones será positivo, es decir no podrá saber si le conviene o no invertir. La incertidumbre que genera la corrupción implica que los empresarios invertirán solamente en aquellos proyectos que tengan una rentabilidad muy elevada (lo suficientemente elevada como para que compense el enorme riesgo asociado a invertir en un país con altos niveles de corrupción).
Es importante darnos cuenta de que la corrupción y sus efectos negativos serán mayores en el tiempo si no se toman las medidas correctivas necesarias en este momento, pues una sociedad que no castiga a los corruptos puede llevar a que aumente el número de funcionarios corruptos trabajando en el Estado o postulando a los puestos más importantes. Se generará entonces un círculo vicioso en el que mayor corrupción atraerá a más corruptos, y donde un mayor número de funcionarios y políticos corruptos elaborará normas legales que harán más difícil penalizar a los corruptos. En ese escenario, por más que la inflación sea baja y por más que el déficit fiscal sea bajo, nos será muy difícil salir del estado de subdesarrollo económico en el que todavía nos encontramos.

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