El servicio militar obligatorio
(Diario16, 30 de marzo de 2013)
Hace unos días, algunos congresistas presentaron un proyecto de ley que
buscaba establecer la obligatoriedad del servicio militar. Algunos sostienen que
esta ley es necesaria para enlistar un mayor número de jóvenes en el Ejército y
brindar seguridad nacional. Otros, en cambio, critican la ley, pues sostienen
que va en contra de la libertad individual y es discriminatoria.
Una de las críticas más importantes al proyecto es que al establecer multas
para los sorteados que decidan no enlistarse, la ley implicará obligatoriedad
para los jóvenes de menores recursos. Coincidimos con esta observación. Lo más
probable es que, entre los sorteados para servir al Ejército, quienes gocen de
mayores recursos económicos paguen la multa. Por el contrario, como varios
analistas han sostenido, muchos jóvenes de menores ingresos se verían obligados
a enlistarse ante la imposibilidad de pagar la multa.
Pero si el problema es la multa, ¿la solución es eliminar la posibilidad de
pagar la multa para exonerarse? Es decir, ¿la solución es obligar a todos los
sorteados (ricos y pobres) a enlistarse?
De ninguna manera. Como defensores de la libertad, nuestra posición es
contraria a obligar a los jóvenes a enlistarse. Obligar a las personas a servir
militarmente bajo el supuesto de que toda persona debe enlistarse en el Ejército
para “servir a la patria” implica un recorte significativo de su libertad y de
su bienestar. Después de todo, un joven podría dedicarse a realizar muchas
tareas en beneficio propio, de su familia y de la propia patria. Vendernos la
idea de que la única manera de servir a la patria es formar parte del Ejército
es una visión bastante sesgada de los intereses nacionales. ¿O acaso trabajar
para generar riqueza no implica también servir a la patria? ¿Acaso estudiar para
incrementar el capital humano no es también otra manera de servir a la
patria?
Por su parte, quienes defienden la obligatoriedad del servicio militar
sostienen que el carácter obligatorio no es el único elemento de la ley. Además
–así sostienen–, el Ejército ofrecerá incentivos para quienes deseen enlistarse.
De esta manera, se les obligará a los jóvenes a servir en el Ejército, pero con
los incentivos propuestos los jóvenes estarán “mejor en los cuarteles que en las
calles”. Ante esta afirmación, cabe preguntarse lo siguiente: si esos incentivos
(todavía no muy claros) son significativos, ¿entonces por qué sería necesario
obligar a los jóvenes a servir en el Ejército?
Como cualquier individuo, los jóvenes tienen un costo de oportunidad, es
decir, tienen alternativas valiosas. En libertad, muchos jóvenes no escogerán
servir en el Ejército si este solo les otorga una propina a cambio de arriesgar
sus vidas. Por ello, si el Ejército requiere personal, lo más apropiado es
ofrecer incentivos para que el servicio militar sea atractivo. En una sociedad
libre, siempre será posible enlistar un gran número de jóvenes en el Ejército,
si esa es una necesidad de la nación. Para ello, sin embargo, es importante que
se ofrezca a los soldados un sueldo significativo y otros incentivos, tales como
educación y una línea de carrera.
En una sociedad moderna, los jóvenes que decidan enlistarse en el Ejército
deben hacerlo libremente, es decir, sin coerción, tomando en cuenta sus
preferencias personales, sus alternativas y los incentivos que ofrece el
Ejército. Obligar a las personas a enlistarse significa una dura agresión a la
libertad individual y debe, pues, ser rechazado por todos los que respetamos el
derecho de las personas de decidir su propio futuro.