La dama de hierro

(Diario16, 13 de abril de 2013)
Mucho se ha escrito sobre Margaret Thatcher en los últimos días. Sin duda, Thatcher tuvo muchos detractores. Sin embargo, muchos también reconocemos los enormes beneficios que Thatcher trajo a su país y al avance de las políticas económicas de libre mercado en el mundo.
Thatcher será recordada por haber sacado a la economía británica del estancamiento económico. Como sostiene Lorenzo Bernaldo, del Cato Institute, “la Gran Bretaña que esperaba a Thatcher arrastraba un largo período de declive económico (…) Esta dramática situación tenía sus orígenes en el consenso estatista que había dominado la escena británica desde el final de la Segunda Guerra Mundial.” En ese contexto, gracias a la aplicación de una política económica de libre mercado, que incluía la reducción de la intervención estatal en los mercados, la privatización de empresas estatales, la reducción de impuestos, la disciplina monetaria y la reducción del poder de los sindicatos; Thatcher logró que la economía británica retomara la senda del progreso económico.
Uno de los ejes de la política económica de Thatcher fue la política de privatizaciones. Antes de que Thatcher asumiera el cargo de primera ministra, existían varias empresas estatales ineficientes que se habían convertido en un freno para el progreso económico. Como en tantos otros países, en Gran Bretaña, las empresas públicas eran ineficientes, inflexibles, con una enorme carga laboral y con escaso interés en atender las cambiantes demandas y necesidades de los consumidores. Thatcher, entonces, emprendió una política de privatizaciones que incluyó las empresas de teléfono, de gas, de agua, de electricidad y la empresa British Airways. Gracias a ello, se pudo mejorar la calidad del servicio, reduciendo costos.
Por otro lado, Thatcher se enfrentó abiertamente a la fuerza sindical. De acuerdo con Paul Wilenius, de la BBC, Thatcher logró destruir el poder de los sindicatos por una generación. Thatcher derogó muchas de las leyes que protegían a los sindicatos. En particular, se declararon ilegales las acciones de las brigadas de trabajadores tales como el bloqueo de fábricas, puertos y oficinas públicas, cuando querían obtener algún beneficio. Asimismo, se declaró ilegal obligar a los trabajadores de una empresa a unirse a una huelga. Sin duda, el mayor enfrentamiento entre el gobierno y la fuerza sindical se produjo entre 1984 y 1985, tras el cierre de diversas minas estatales. Aunque el sindicato de mineros trató de hacer retroceder al gobierno con huelgas, Thatcher se mantuvo firme, sin negociar con quienes utilizaban la violencia como mecanismo de chantaje.
Muchos la critican por haber reducido el poder sindical. Estos críticos no se equivocan al señalar que las políticas de Thatcher redujeron de manera significativa el poder de los sindicatos. Se equivocan, sin embargo, en señalar que esas políticas fueron dañinas para la sociedad británica y para los trabajadores. Al reducir el poder de los sindicatos, la dama de hierro liberalizó el mercado laboral pues permitió que trabajadores y empresas llegaran a acuerdos mutuamente beneficiosos y libres de coerción.
No vamos a discutir acá si Thatcher fue o no liberal. Debemos reconocer, sin embargo, que en el frente interno, tuvo el coraje de enfrentarse a sindicatos y otros grupos de izquierda que recortaban la libertad de los trabajadores y de los británicos en general. Aunque ahora algunos opinólogos lancen críticas contra la política económica de Thatcher, y se atrevan a señalar que la ex primera ministra “no tenía corazón, pues desprotegió a los más pobres”, quienes conocemos los beneficios de sus políticas económicas siempre la tendremos como una figura importante de la política mundial. Y estamos seguros de que la historia así la reconocerá.

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