¿Hacia una sociedad sin obesos?

(Diario16, 11 de mayo de 2013)

Los congresistas parecen ahora preocupados en mejorar la salud de los peruanos. Y no han tenido mejor idea que hacerlo a través de la Ley de Alimentación Saludable para Niños y Adolescentes que busca, entre otros fines, supervisar la publicidad de alimentos y bebidas para reducir las enfermedades vinculadas con el sobrepeso y obesidad. De acuerdo con la nueva norma, por ejemplo, las empresas que venden comidas rápidas (usualmente relacionadas con la obesidad) enfrentarán restricciones para hacer publicidad.

Al margen de las intenciones que tengan los congresistas que apoyaron esta norma, lo cierto es que la citada ley es una afrenta contra la libertad individual. A través de la norma, el Estado profundiza las regulaciones en la economía con el fin de lograr alcanzar lo que muchos congresistas consideran una sociedad ideal (en la que, aparentemente, no existirían obesos). Ya el año pasado, el Ministerio de Salud había anunciado la intención de un impuesto a la comida ‘chatarra’ con el fin de incentivar la “buena alimentación”, impuesto que significaba un claro recorte de la libertad de las personas. Con esta nueva norma, las autoridades confirman sus intenciones de intervenir en las dietas alimenticias de los peruanos. En el futuro, el Estado podría aumentar cada vez más su rol con el fin de garantizar la alimentación saludable no solo de los niños, sino además de los adultos.

Lamentablemente, muchos consideran que es derecho de los funcionarios públicos regular todos los aspectos de la vida de los peruanos. De acuerdo con esa visión totalitaria de la sociedad, la regulación debe cubrir inclusive la dieta alimenticia de los peruanos. Los padres son entonces remplazados por el Estado. Dado que “los padres no saben lo que es mejor para sus hijos” –así parecen pensar quienes apoyan esta ley– entonces el Estado debe intervenir.

La visión totalitaria de la sociedad, según la cual el Estado debe inmiscuirse en la vida de los peruanos, se encuentra presente en las mentes de muchos. Por ello, quienes apoyan esta norma genuinamente sienten que están “haciéndole un bien” a la sociedad si el Estado aumenta su rol regulador. Si la meta de estos legisladores es que los peruanos se alimenten “saludablemente”, aunque ello se logre eliminando la libertad de las personas, entonces es para ellos justificable eliminar o recortar dicha libertad.

Estos legisladores no entienden que, en libertad, las personas tienen el derecho natural a tomar decisiones que otros consideran desacertadas. Si una persona desea consumir hamburguesas, papas fritas y un litro de gaseosa todos los días, pues tiene el derecho natural de hacerlo. Es cierto que esa dieta alimenticia podría aumentar la probabilidad de contraer varias enfermedades. Pero las personas que consumen esos productos alimenticios (como las que consumen alimentos “más saludables”) lo hacen porque obtienen satisfacción al hacerlo, tomando en cuenta probablemente las ventajas y desventajas de su decisión.

La legislación no debe ir en contra del derecho natural de las personas de escoger qué alimentos consumir. En una sociedad libre, el Estado protege el derecho de propiedad de las personas no solo sobre sus bienes muebles e inmuebles, sino además sobre sus propios cuerpos. En una sociedad libre, una persona tiene derecho a consumir los alimentos que desee, de acuerdo con sus preferencias y su capacidad de pago.

Lamentablemente, la reciente norma nos muestra que muchos congresistas no defienden el derecho natural de las personas sobre sus propios cuerpos, derecho vital en toda sociedad libre. Aunque quizás piensen que “le hacen un bien” a los peruanos aumentando las regulaciones en el mercado de alimentos, lo cierto es que nos muestran que en sus mentes la libertad es una palabra con muy poca importancia.

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