Las respuestas a la desaceleración del crecimiento

(Diario16, 10 de agosto de 2013)
En las últimas semanas, el Gobierno ha empezado a aceptar lo innegable: que es muy probable que la economía peruana se vea severamente afectada por los ajustes monetarios que eventualmente ocurrirán en los Estados Unidos, en particular el incremento de la tasa de interés de la Reserva Federal. De hecho, no hemos escuchado a ninguna autoridad económica comentar que creceremos este año por encima de 7%.
Lamentablemente, en este ambiente de menos optimismo, han surgido una gran variedad de opiniones bastante desacertadas sobre qué hacer frente a la posible crisis. Muchos economistas señalan que el Gobierno debe aplicar políticas monetarias y fiscales expansivas con el fin de que el consumo y la inversión sean mayores. Señalan que si el Banco Central reduce la tasa de interés y el Gobierno aumenta el gasto público las personas comprarán más y las empresas venderán más. Así, lograremos permanecer en la senda del crecimiento económico.
Esta corriente de pensamiento que aboga por mayor gasto y mayor emisión de dinero para “incentivar la demanda” es bastante popular entre los políticos y muchos economistas a nivel mundial. Esta posición, sin embargo, padece de graves debilidades teóricas que nos llevan a sostener que su aplicación sería altamente perjudicial para la economía.
Esta corriente de pensamiento está fuertemente influida por los escritos de John Maynard Keynes. Keynes sostenía que en una situación de desempleo muy grave –como la que se producía en los Estados Unidos a inicios de los 1930s- era recomendable que el Gobierno impulse la demanda de bienes y servicios, pues ello fomentaría el empleo. A partir de Keynes, muchos otros han sostenido que, dado que el mercado laboral está por lo general en desequilibrio (es decir, hay desempleo involuntario), el Gobierno tiene la capacidad de “corregir esa falla de mercado” vía una mayor demanda de bienes, mayores precios y menores salarios reales.
Incluso si asumimos las recomendaciones keynesianas para los Estados Unidos y para otros países con rigideces laborales, es muy difícil defender la aplicación de tales políticas en un país como el nuestro. A diferencia de otros países, en el Perú el mercado laboral es bastante flexible. Que el sector informal represente alrededor del 70% de la fuerza laboral nos indica que en el Perú los salarios nominales no pueden ser considerados rígidos. Aunque los mercados laborales no estén siempre en equilibrio, tenderán a converger a dicho equilibrio. Sostener que las políticas keynesianas son aplicables en el Perú no parece pues ser sensato.
Por otro lado, quienes sugieren la aplicación de políticas que incentiven la demanda parecen no entender los otros posibles efectos que tienen tales políticas. Como la Escuela Austríaca de Economía sostiene, las crisis económicas son ajustes normales después de períodos de boom y las políticas expansivas retardan el ajuste. Las políticas expansivas en tiempos de crisis no permiten que las economías se ajusten, luego de atravesar por un período de bonanza. Las políticas monetarias y fiscales expansivas no permiten que los recursos fluyan hacia los sectores más rentables. Empresas poco productivas, por ejemplo, permanecen en el mercado, utilizando recursos que podrían ser utilizados por otras empresas y por otros sectores. Gracias a las políticas keynesianas, el ajuste hacia una situación económica sostenible se hace más largo y penoso.
En estas circunstancias, proponer políticas monetarias y fiscales expansivas es bastante desacertado. Si se aplican tales políticas, podemos caer en una crisis económica bastante severa o podemos hacer el ajuste más largo y costoso. Las soluciones facilistas de más gasto y más emisión de dinero pueden sonar atractivas a los políticos y a algunos segmentos de la población. El crecimiento económico y el bienestar de la población, sin embargo, son muy importantes como para apostar por soluciones facilistas y engañosas.

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